10 junio 2006

MASH, contracultura y cine

Hay películas que justo, después de hacerse ya están anticuadas. MASH tardó un poco más en oxidarse, pero una serie de televisión que la desvirtuaba y la llegada de los felices (sic) años 80' terminaron definitivamente con ella.



Hoy queda como un ejemplo pardigmático de la sociedad y del cine de los 70'. Altman, que venía de la televisión, adaptó la novela de Richar Hooker sobre los cuerpos médicos del ejecito aliado en la guerra de Corea (1951 - 1953) con una clara voluntad de cinismo. Vestuario, caracterización, moral sexual... no representan ni de lejos el mundo de los 50'.

Vietnam estaba en su punto álgido. Sin embargo, el filme de Altman no es una crítica a esa (ni a ninguna) intervención militar. Era simplemente un enorme chiste: colocar a un grupo de hippies en un ambiente extraño, sometidos a la disciplina militar. MASH es una película contracultural, muy coyuntural. Era Corea, pero podía ser cualquier guerra. Al final, cuando dos de los médicos son desmovilizados la tristeza les paraliza: allí son felices, con sus gamberradas, con su forma de ver la vida.

No hay estructura. Los personajes aparecen y desaparecen según conviene. Y todo termina con un largísimo partido de futbol americano (el doblaje español lo llama rugby) que podía facilmente colocarse dentro de aquellas primeras películas juveniles de los años 70'. Hay buenos chistes (y otros excesivamente largos y sin gracia). Sin embargo todo queda compensado por su descarado canto contra la moral tradicional. Donald Sutherland desvaría y exagera, y Elliot Gould hace uno de sus mejores papeles, lleno de cinismo y sarcasmo.

Lo mejor: una estricta teniente que se ve empujada a la liberación sexual por el ambiente general del campamento (poco a poco, de la mejor manera posible).