Una serie como
Battlestar Galactica (2003 - ?) dificilmente se hubiera hecho si un grupo de fanáticos estúpidos no hubieran estrellado un par de aviones contra algunos de los mayores simbolos arquitectónicos norteamericanos.
A pesar de estar basada en una serie anterior (años 70') y de que su creador provenía de una franquicia clásica (
Star Trek)... la nueva
Galáctica es hija de su tiempo, puro siglo XXI. No se entiende sin unos
EEUU en guerra contra un enemigo invisible, sin terrorismo o sin miedo (mucho miedo).
La historia es la misma: una guerra entre robots y hombres. Un universo lejano organizado en doce colonias humanas que es destruido por un ataque sorpresa de los robots (
los cylon) y donde sólo sobreviven una nave de combate (
Galáctica) y varias comerciales que forman un comboy en busca de la tierra prometida (
la Tierra) mientras son acosados por sus enemigos.
El punto de partida es igual que en la serie original... es la historia de una huida. Pero los símbolos y el desarrollo de esa huida es radicalmente diferente.
Los nombres, los lugares y los dioses son griegos; y sin embargo
los cylon parecen creer en un único Dios todopoderoso. Hay profecías y se repite constantemente la misma letanía: todo ha pasado y volverá a pasar. La Historia del mundo es circular y los hombres están predestinados a cometer los mismos errores una y otra vez. En ese sentido
Battlestar Galáctica en una serie profundamente metafísica. Interesante la mayoría de las veces, aburrida a ratos.
Por otro lado está la guerra contra los cylon. Hay robots que parecen tostadoras con patas (los únicos que había en la serie original, por otra parte) y naves de combate que están vivas. Hay peleas y disparos, y buenos efectos especiales, y acción trepidante. Pero también hay cylon humanoides (idénticos a nosotros) infiltrados en las naves. Terroristas y saboteadores que tienen un plan. Y eso es lo realmente original de la serie: los cylon tienen un plan, pero no sabemos cual es. A ratos parece que ayudan a los humanos en su huida, otras veces la dificultan. La Historia es circular y ellos saben qué va a pasar, pero nosotros (los espectadores) no. Y eso es terriblemente desasogante.
Y el hecho de la existencia de los infiltrados le da una dimensión política muy interesante. Hay miedo y desconfianza. Hay luchas entre el poder político y el militar. Se discute mucho sobre un mundo que, salvando las distancias, se asemeja mucho al nuestro: un mundo obsesionado por la seguridad.
Un plano de una mujer recorriendo un pasillo lleno de fotografías de los muertos tras el ataque cylon. Unos robots metafísicos, seguros de cumplir una misión sagrada. Metáforas muy evidentes, quizás demasiado.
Y aún así la serie es realmente brillante. En primer lugar, se puede disfrutar a distintos niveles: desde la acción o desde un punto de vista teológico o político. Los guiones (su creador, Ronald D. Moore, también lo es de Carnivàle y eso se nota) son estupendos y se crean situaciones dramáticas y arcos argumentales que permiten apreciar a los distintos personajes (y hay un montón). También hay buenos actores: Edward James Olmos y Mary McDonnell tienen muchas tablas, Jamie Bamber y Katee Sackhoff derrochan entusiasmo (sobretodo ella) y Tricia Helfer erotismo.
Devoré la primera temporada en una semana. Estoy deseando ver la segunda y ver hasta que punto está pirado el Doctor Baltar, un ser tan patético que resulta adorable.
Cylon and Garfunkel
Etiquetas: cylon, Galactica, televisión